La contaminación del aire no es solo un problema de la calle o la industria: tu hogar también puede estar lleno de partículas tóxicas. En invierno, cuando pasamos más del 70% del tiempo dentro de casa, esta exposición puede ser incluso más peligrosa que la contaminación exterior.
Estufas, chimeneas, velas, cocinar y hasta los humidificadores ultrasónicos —aparatos pensados para mejorar el confort— pueden liberar sustancias dañinas.
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La contaminación ya no es solo un problema de las calles
Según expertos como Nicholas Nassikas, del Centro Médico Beth Israel Deaconess de Boston, estas emisiones interiores están relacionadas con enfermedades respiratorias, cardiovasculares y hasta cáncer. Y lo más alarmante: no están reguladas por ninguna legislación.
Uno de los grandes culpables invisibles es el humidificador ultrasónico. Si se llena con agua del grifo, puede dispersar metales pesados como arsénico o plomo, que aunque seguros al beberlos, resultan más tóxicos al inhalarse.
“Los pulmones no están diseñados para estas partículas”, advierte Andrea Dietrich, ingeniera ambiental de Virginia Tech.
La cocina tampoco es inocente: freír, hornear o usar fogones de gas genera contaminantes que permanecen horas en el aire. Incluso las estufas eléctricas, si tienen suciedad, pueden liberar partículas peligrosas.
¿Qué hacer? Ventilar bien, usar campanas extractoras, colocar purificadores cerca de las fuentes de combustión y evitar el uso de humidificadores con agua del grifo. Fabricar un filtro casero como la caja Corsi-Rosenthal también puede ayudar.
Pero lo mejor es prevenir: sustituir aparatos contaminantes por alternativas más limpias, como estufas eléctricas, y reducir las fuentes de combustión.
Porque el aire que respiras dentro de casa también cuenta —y podría estar envenenándote sin que lo sepas.
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