En un intento por suavizar las consecuencias económicas de su política de aranceles, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó ayer órdenes ejecutivas que reducen parcialmente los impuestos del 25 por ciento sobre autos y autopartes importadas.
El anuncio representa un alivio para la industria automotriz, que había advertido sobre los efectos negativos de los gravámenes, como el aumento de precios, la caída en ventas y la pérdida de competitividad global.
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Desde el 3 de abril, las importaciones de autos enfrentan aranceles del 25 por ciento, salvo aquellas procedentes de México y Canadá bajo el T-MEC.
Trump presentó las medidas en Warren, Michigan, en ruta hacia Detroit, corazón de la industria automotriz estadounidense, y justo antes de la entrada en vigor de nuevos aranceles a autopartes.
El mandatario explicó que el objetivo es brindar una transición temporal para que las compañías trasladen su producción al país.
“No queríamos penalizarlos. Solo queríamos ayudarlos durante esta pequeña transición”, declaró.
La decisión coincide con sus primeros 100 días en el cargo y con una baja en la aprobación de su gestión económica, ante temores de inflación y aumento del desempleo por las políticas comerciales.
Desde el 3 de abril, las importaciones de autos enfrentan un arancel del 25 por ciento, salvo aquellas procedentes de México y Canadá bajo el T-MEC.
El nuevo decreto impide que este arancel se sume al aplicado sobre acero y aluminio, y concede un periodo de gracia de dos años a los fabricantes para reubicar sus cadenas de suministro en territorio estadounidense.
Además, las empresas que ensamblen vehículos en EE. UU. recibirán reembolsos parciales: 15 por ciento el primer año y 10 por ciento el segundo, lo que representa hasta el 3.75 por ciento del valor del vehículo. “Quiero que fabriquen sus piezas aquí, pero les di un poco de tiempo”, concluyó Trump.
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